No todo lo que se dice sobre la transformación digital dentro de los centros educativos es cierto y, lo que es peor, la perspectiva general desde la que analizamos la Educación del Futuro está profundamente equivocada.

Se insiste en que los estudiantes tienen que prepararse para las nuevas tecnologías y este dato es verdadero, pero no es cierto tal y como se cuenta habitualmente.

Las exigencias del desarrollo personal y profesional del futuro suponen un conocimiento del entorno digital, de los programas, aplicaciones y redes sociales. Sin embargo, el profesorado y los discursos dominantes acostumbran a centrarse exclusivamente en esto: en que los jóvenes deben aprender a manejar las nuevas tecnologías. No es del todo cierto.

Es como decir que los chavales tienen que aprender a leer y escribir

Supongamos que las publicaciones sobre educación de los años 60 insistiesen una y otra vez en que la escuela tiene que enseñar a leer y a escribir. No podríamos decir que no es verdad, pero sería una manera equivocada de afrontar el problema, porque parecería que todo el proyecto educativo está centrado únicamente en su base obvia y no en el verdadero desarrollo de la lectura y la escritura como competencias.

Los jóvenes de hoy necesitan manejar las nuevas tecnologías, pero la base fundamental de esa competencia es muy fácil de adquirir para ellos: quienes diseñan estos instrumentos digitales se preocupan de que sean fáciles e intuitivos y, seamos serios, los nativos digitales preparan un Power Point con una mano mientras con la otra están jugando a la consola. El uso básico no es un problema para ellos, en general.

Lo que de verdad marcará la diferencia en la Educación del Futuro

Hay que borrar de los currículums expresiones como “manejo del Word a nivel usuario”, que resulta ya equivalente a “conocimiento de la lengua española a nivel usuario”. Lo que marca la diferencia es que se sea o no competente en la aplicación eficaz de las nuevas tecnologías: usarlas de manera precisa, con una buena narrativa (te lo explicamos aquí) y un manejo correcto de los tiempos, imágenes y textos al servicio de la comunicación… y esto no resulta fácil de aprender, sino una competencia que se debe trabajar de manera metódica e inteligente en el aula.

Saber «hacer un Power Point» no producirá en el futuro más efecto que conocer la conjugación del verbo «comprar». Se necesita algo más: el desarrollo de una verdadera competencia.

Las competencias, y la inteligencia emocional, se aprende en un entorno de relaciones. Si las relaciones con el profesor no son intensas y significativas y si en el aula sencillamente se transmiten datos, lo cierto es que es una de las profesiones candidatas a ser automatizadas en breve: puede aprender lo mismo viendo un vídeo y buscando por Google.

Te recomiendo este vídeo sobre la importancia de las relaciones en el aula:

El problema actual de la Transformación Digital

El problema, si somos sinceros, es que esta competencia no está bien desarrollada entre los docentes, que a veces se conforman con utilizar las herramientas digitales “a nivel usuario”. Con esto no quiero decir que los profesores de hoy en día sean malos profesionales, ni mucho menos. De hecho me consta que muchos trabajan con dedicación para conocer bien los nuevos entornos tecnológicos. La verdadera cuestión es que a ningún adulto de cuarenta años nos han educado en esta competencia y, como supondrán, el saber no aparece por generación espontánea.

De esta manera muchos docentes son, como yo lo era hace unos años –yo y todos-, incompetentes inconscientes. Esto nos sucede cuando todavía no nos hemos dado cuenta de nuestra ignorancia en un ámbito, y seguimos tan analfabetos como felices. Lo lamento, pero hay que salir de ese estado de felicidad ingenua y pasar al siguiente estado, el de incompetentes conscientes, que siempre es el punto de partida para el aprendizaje.

Una vez que hemos caído en la cuenta de que carecemos de conocimientos básicos en el ámbito del uso eficiente de las herramientas digitales ya estamos en condiciones de empezar a aprender.

Y, ¿cómo hacerlo?

No nos dieron esta formación: hay que adquirirla. La formación del futuro –la que necesitamos hoy para el futuro- se ha de centrar en las competencias. Y debemos tener presente que no se trata de un saber teórico sino práctico que requerirá de una actualización permanente, porque las herramientas digitales, y los conceptos y criterios que hay detrás de ellas, evolucionan con mucha rapidez.

En próximas entradas de To Do: Education iremos señalando otras necesidades urgentes de la educación del futuro, mostrando los errores de los manuales al uso (tan ridículas en ocasiones como querer enseñar a un chico de catorce años cómo se abre una cuenta en twitter… y esto es un ejemplo sacado de la realidad). No os las perdáis.

Agradecemos mucho tus comentarios y consejos. Compartir el conocimiento es la mejor manera de construir la sociedad.

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