«Una de las cosas que hemos aprendido tras analizar todos los datos de nuestro proceso de selección es que el expediente académico y la puntuación de los candidatos en los test son inútiles como criterio de contratación». Esta frase tan impactante y lapidaria fue pronunciada nada menos que por el Jefe de Recursos Humanos de Google, Laszlo Bolk, hace ya más de tres años, el 13 de junio de 2013, en una entrevista al New York Times.
¿Qué significa que el expediente académico o los test -se refiere a las pruebas de conocimientos que realizaba la propia empresa- son «inútiles»? Lo que nos quiere decir Bolk es que la experiencia de los últimos años le ha demostrado que los conocimientos específicos no son valiosos a la hora de contratar a nuevos trabajadores.
Se acabó el tiempo de la especialización
Durante los años 80 y 90 del siglo pasado parecía claro que la mejor manera de acceder a un empleo era la especialización y, todavía más, que el grado de especialización estaba relacionado con la expectativa de salario.
La idea era sencilla: un trabajador con conocimientos especializados, más si tenía una experiencia profesional en el puesto concreto, es muy difícil de sustituir. Miremos la cuestión desde al ángulo contrario y nos daremos cuenta de que una persona que ocupe un puesto de trabajo que no requiera ninguna especialización es muy fácilmente sustituible, porque cualquier puede hacer lo que ella hace.
La conclusión es clara: en un mercado laboral organizado según este principio es preciso adquirir buenos conocimientos, ir a la universidad y después hacer uno o dos estudios de posgrado que sirvan para demostrar lo mucho que sabemos sobre alguna cosa en concreto de la que -y esto es lo decisivo- muy pocos saben.
¿Cómo puede ser que algo así, tan lógico, haya cambiado? Porque la velocidad a la que se suceden los cambios tecnológicos y de los procesos y servicios es tan acelerado que la especialización ha dejado de ser una ventaja comparativa. Aquello a lo que usted ha dedicado tantos años de estudios sencillamente quedó desfasado en pocos meses. Posiblemente se convirtió en pasado mientas usted buscaba un empleo.
Este es el motivo de que el mayor encuentro mundial sobre Educación e Innovación, el Global Education & Skill Forum concluyera sus sesiones en marzo de este año con una discusión en la que se sostuvo que tener un título universitario será «irrelevante» en el mercado laboral de los próximos años.
Competencias para el empleo: adaptarse al cambio
Muchas empresas -recuerdo el testimonio de la responsable de contratación de Gas Natural Endesa, Carmen Fernández- utilizan una tecnología y unos protocolos propios y prefieren ser ellas las que formen a sus futuros trabajadores, pensando que lo aprendido en otros lugares (como la Formación Profesional reglada) puede ser más un obstáculo que una ventaja.
La realidad es que las encuestas realizadas a los empresarios españoles no dejan lugar a dudas: se constata que el sistema educativo no prepara a los jóvenes para obtener las necesidades que las empresas esperan cubrir y que se corresponden con las denominas destrezas o competencias «blandas», orientadas a la adaptación, al análisis y a la comunicación.
¿Cuáles son esas competencias?
Ya hay mucho escrito sobre la materia y se han realizado estudios de investigación muy serios (Proyecto Tuning, Employability Skill 2000+, Career EDGE, etc) y todo coinciden en marcar tres ámbitos de competencias fundamentales:
– Las de autoconocimiento y autoaprendizaje, entre las que destacan la inteligencia emocional (postergación del éxito, control de las emociones, resiliencia…), la iniciativa, la capacidad de «aprender a aprender» y el espíritu emprendedor.
– Las de interrelación, como saber trabajar en equipo, comprender el lugar en la organización, alinear los valores, gestionar conflictos, hacerse comprender o la escucha activa.
– Las analíticas, que permiten comprender el entorno, sopesar la información, adelantarse a los cambios, mejorar los procesos, aplicar las nuevas tecnologías, etc.
¿Cómo se pueden aprender
Nos encontramos con una doble brecha a la hora de abordar este problema en la actualidad. Por un lado vemos que quienes buscan empleo en este momento no han desarrollado estas competencias, no siempre son conscientes de su importancia y no existen programas formativos que les ayuden a dominarlas. Por otro, el sistema educativo, desde la escuela a la universidad, sigue comportándose como si nada hubiese cambiado y los profesores y maestros que trabajan actualmente no tienen una formación específica en estas competencias ni en la manera de transmitirlas.
Hablaremos de cada competencia en próximas entradas, pero es importante que nos demos cuenta de que no son «disciplinas» o «materias» que puedan ser objeto de aprendizaje teórico. El reto consiste en aprender a través de las competencias y que los maestros consigan convertirlas en parte de la cultura del niño utilizándolas como el propio método de aprendizaje.
Es urgente que iniciemos un gran esfuerzo para afrontar la nueva situación si no queremos quedar muy atrás en la consolidación de nuestra formación. Ya no estamos en un mundo analógico en el que nos servimos de herramientas digitales como accesorios que nos permiten hacer mejor o más deprisa determinadas labores. Nos encontramos inmersos en el nacimiento de una nueva era histórica y la crisis que atravesamos no es una transformación progresiva sino un enorme salto que va a cambiar nuestra forma de entender la realidad y de vivirla.