Todos alcanzamos puntos críticos en la vida que ponen a prueba nuestra fortaleza mental. Puede deberse a un amigo o a un compañero de trabajo “tóxico”, a un despido o una relación que atraviese dificultades. Sea cual sea el reto hay que intentar encontrar la perspectiva adecuada y actuar de manera decidida si queremos salir de estos baches.
Suena sencillo, ¿verdad?, pero sabemos que no lo es.
Existen diferencias fascinantes entre la mayoría de la gente y aquellos que son mentalmente fuertes. Donde unos ven barreras impenetrables ellos ven retos que se pueden superar.
Muchas personas sucumben a la creencia errónea de que la fuerza mental es un rasgo natural que tienen algunos afortunados y que no se puede aprender. En realidad la fuerza mental es algo que usted puede controlar y se trata de una cuestión de inteligencia emocional (EQ).
Había un hecho de difícil explicación, y es que las personas con un coeficiente intelectual medio superan a las que lo tienen mejor en un 70 % de las ocasiones: la respuesta es la inteligencia emocional. Cuando la EQ se reveló a la mayoría del público se puso fin a una de las suposiciones generalmente mejor aceptadas: que las personas con mayor coeficiente intelectual tienen mayores posibilidades de triunfar.
Después de décadas de investigaciones se considera que el elemento principal que permite la diferenciación de un individuo es su inteligencia emocional. La conexión es tan fuerte que el 90 % de las personas que triunfan tienen una elevada EQ.
La inteligencia emocional es un “algo” que existe en cada uno de nosotros pero que resulta un poco intangible. Afecta a la manera de gestionar el comportamiento, de manejarse en ambientes sociales complejos y en la toma de decisiones personales que buscan resultados positivos.
Lo más bello de la inteligencia emocional es que se trata de una competencia flexible que se puede mejorar, no sin esfuerzo. Cualquiera puede lograrlo imitando los hábitos de las personas emocionalmente inteligentes. Si usted desea conseguirlo puede comenzar por no hacer aquello que la gente emocionalmente inteligente procura evitar:
Ellas no permanecen en su zona de confort
El autoconocimiento es la base de la inteligencia emocional y aumentarlo no es confortable. No podrá incrementar su inteligencia emocional sin darse cuenta de qué es lo que necesita trabajar y qué debe hacer de forma distinta. Esto es duro, porque cuando uno se conoce bien a sí mismo no le gusta todo lo que ve. Es más confortable mantener los ojos cerrados, pero puede estar seguro de que así no alcanzará una EQ elevada.
Ellas no sucumben al miedo
Dicen que la valentía consiste en tener miedo de algo y hacerlo de todos modos. Muchas veces esto es verdad, incluso cuando se trata del desarrollo personal. El miedo no sólo tiene que ver con algo tan extremo como es precipitarse desde un edificio en llamas. Se puede tener miedo a hablar en público o a pedir un aumento. Si utiliza el miedo como excusa para no hacer algo ya ha perdido. Las personas emocionalmente inteligentes también tienen miedo, lo que sucede es que se levantan y siguen su camino sin hacerle caso.
Ellas no dejan de creer en sí mismas
Las personas emocionalmente inteligentes perseveran. No se dan por vencidas por el primer fracaso, ni porque estén cansadas o pisen un terreno incómodo. Se concentran en sus objetivos y no en emociones pasajeras y esto les ayuda a seguir adelante incluso cuando las cosas se ponen difíciles. Saben que cometer un error no significa que ellas sean un fracaso. De la misma manera, no permiten que las opiniones de los demás les impidan perseguir sus sueños. Cuando alguien dice “nunca serás capaz de hacerlo” piensan que esto no es más que lo que es: la opinión de una persona.
Ellas no exigen atención
Las personas que siempre están buscando la atención de los demás tienen una necesidad: precisan de la atención de los demás para configurar su identidad. Las personas emocionalmente inteligentes no le dan tanta importancia a la atención. Ellas hacen lo que quieren hacer y lo que tienen que hacer, con independencia de que alguien esté acariciando su ego.
Ellas no actúan ofendiendo a los demás
La persona que suele ofender a los demás lo hace porque está insatisfecha e insegura. Se comporta como un idiota porque no tienen la suficiente fuerza emocional como para ser agradables con quien piensa distinto. Las personas emocionalmente inteligentes valoran mucho las relaciones y por eso tratan a los demás con respeto, sin importar el estado de ánimo que atraviesen.
Ellas no guardan rencor
Las emociones negativas que producen resentimiento son en realidad una respuesta de estrés. Piense que el estrés causa estragos en su cuerpo y a la larga acarreará serias consecuencias para su salud. Investigadores de la Universidad de Emory han demostrado que una situación prolongada de estrés contribuye al aumento de la presión arterial y provoca enfermedades del corazón. Quedar atrapado en el resentimiento significa quedar atrapado por el estrés, lo que una persona emocionalmente inteligente evitará a toda costa.
Ellas no mantienen a su alrededor a gente negativa
La gente negativa es perjudicial, porque se concentra en los problemas y es incapaz de hacerlo en la búsqueda de soluciones. Además intentan que todo el mundo se una a su “equipo de la autocompasión” para así sentirse mejor consigo mismas. A menudo la gente se siente presionada a escuchar a gente negativa para que no les tachen de insensibles o groseros, pero hay una línea muy delgada entre tener un oído comprensivo y ser absorbido por una espiral emocional negativa. Las personas emocionalmente inteligentes procuran poner límites y se separan de la gente negativa cuando es necesario. Piénselo de esta manera: si una persona estuviese fumando, ¿se sentaría a su lado toda una tarde para inhalar el humo como un fumador pasivo? Pondría cierta distancia, y lo mismo debe hacer con la gente negativa.
No sienten lástima de sí mismas
Lo peor de sentir lástima por uno mismo no es que es molesto –que lo es: desplaza la atención que debería concentrarse en el exterior en uno mismo y de esta manera declara, en esencia, que se es víctima de las circunstancias. Las personas emocionalmente inteligentes no sienten lástima de sí mismas porque eso significa que renuncian al poder que tienen sobre su vida.
No creen que se hayan ganado el derecho a nada
Las personas emocionalmente positivas piensan que sólo se merecen aquello que consiguen. Las personas que carecen de EQ creen con frecuencia que tienen derecho a algo que no han logrado, como si el mundo les debiera algo.
No cierran sus mentes
Cuando las personas cierran sus mentes a nuevos datos, informaciones u opiniones normalmente es porque las encuentran amenazantes. Piensan que admitir que otro está en lo cierto es igual a reconocer que uno mismo está equivocado, y esto es muy incómodo para quienes carecen de EQ. Las personas emocionalmente inteligentes no temen a las novedades: están abiertas a nueva información y a nuevas ideas, incluso cuando esto signifique admitir que estaban equivocadas.
No permiten que nadie limite su alegría
Cuando nuestro sentido del placer o satisfacción proviene de compararnos con los otros nos volvemos más frágiles. Cuando las personas emocionalmente inteligentes se sienten bien por algo que han hecho no permiten que las opiniones o los logros de otros les quiten esa satisfacción. No es posible desactivar complemente las reacciones que le provocarán las opiniones que otros tengan sobre usted, pero no tiene por quá compararse con los demás. No importa lo que los demás estén pensando o haciendo, su autoestima surge de su interior. Independientemente de lo que la gente piense en un momento determinado podemos estar seguros de algo: nunca somos tan buenos ni tan malos como dicen que somos.
A ellas no les comen los celos ni la envidia
Las personas emocionalmente inteligentes comprenden que la felicidad y el éxito de los demás no restan nada de su felicidad o su éxito, por lo que los celos y la envidia no son un problema para ellas. Ven el éxito como un suministro ilimitado y así pueden celebrar también el de los demás.
Ellas no viven en el pasado
Los errores pueden erosionar la confianza que tenemos en nosotros mismos y hacer que sea difícil pensar en cosechar éxitos en el futuro. La mayoría de las veces el fracaso se debe a que se asumen riesgos para lograr cosas que no son fáciles. Las personas emocionalmente inteligentes saben que el éxito depende de su capacidad para levantarse tras el fracaso, y no pueden hacer esto si viven siempre en el pasado. Todo lo que merezca la pena exigirá asumir riesgos, lo que provoca fracasos, y usted no se puede permitir que el haber fracasado con anterioridad le impida alcanzar nuevos éxitos. Cuando se vive en el pasado sucede exactamente eso: su pasado se convierte en su presente y le impide avanzar.
[Este texto es una versión traducida al español del artículo del Dr. Travis Bradberry titulado Critical Things Mentally Strong People Don’t Do. El Dr. Bradberry es un experto en Inteligencia Emocional mundialmente reconocido, autor del volumen Inteligencia Emocional 2.0 y Director de la Plataforma Talentsmart]